Volver a saber de ti.

Vuelvo a saber de ti, después de muchos años. Es lo que tiene la vuelta. Hace ya bastantes años que yo iba tras de ti como una idiota, como lo que era, ni más ni menos. Para mí tú representabas todo lo prohibido. Todo lo que yo no era. Y lo que me tentaba. Sí, como la historia de Lisa Simpson y Nelson Muntz. Pero por suerte nunca fui lo suficientemente valiente para atreverme. Mil veces maldigo mi cobardía, pero cuando una se pone a mirarlo detenidamente, ¿sabes?, también tiene sus cosas buenas. Me ha salvado de a saber qué. 

No te veo tan mal. Siempre creí que eras una buena persona, a pesar de la fachada de tipo duro, de tarambana, de loco peligroso. Lo sabía, que tras esos ojos verdes había buen material. Creo que eso, después de estos años, está más a flor de piel. Estoy segura de que tu mujer te ha ayudado. Ella, y tu pequeño. ¿Sabes? Nunca te imaginé siendo padre. Es más, a estas alturas de la vida la que esperaba estar pensando en ser madre era yo, nunca tú. Jamás tú. Pero así de caprichosa es la vida.

Como ya te digo, nunca dudé de que fueses una buena persona. Pero a las buenas personas que no son fuertes, a las que tienen muchas debilidades, la vida les da mucho por culo. Y tú tenías un par de talones de Aquiles, por no nombrar más huesos. Yo digo que fui cobarde, que no me atreví a probar según qué cosas. Quizá debería decir que también fui fuerte. Que resistí la presión. Que supe decir que no. Mil y una veces. No. Y la verdad es que tuve que decirlo muchas veces. ¿Recuerdas cuando en las charlas sobre drogas nos hablaban de la presión de grupo? Pues existe. Pero hay quien resiste. Aunque en algún caso, ya sabes, me vino bien la ayuda. Pero bueno, aquí estoy.

Aquí estamos, más bien. Los dos en una lucha dura, pero distinta. Muy distinta. Y, en cierto sentido, encontrarte aquí, así, me hace sentirme mejor, reconfortada. Me hace pensar que lo mío no es para tanto. Pero tú vivirás el resto de tu vida en una lucha constante. En cualquier caso, me alegro de que acabases dando el paso. Sí, supongo que no acudiste a desintoxicarte por propia voluntad, que ella te empujó. Lo hizo bien. Ahora tu vida es muy distinta de la mía. De muchas maneras, pero en especial, de una. Tú vives controlando no tomar más de dos cervezas, por si la voluntad flaquea y pasamos a mayores. Rechazando gramos, pastillas, porros. Por tu mujer, y por tu hijo. Sobre todo por tu hijo. Ya veo que todavía te permites fumar, aunque sabes que no deberías. Sí, lo sé, tampoco es cuestión de convertirse en un santo. Que quien tuvo, retuvo. 

Espero de verdad que puedas con todo. Que podamos con todo, cada uno con lo nuestro. Sobre todo te deseo que te sea llevadera la situación, dentro de 14 o 15 años. Cuando tu pequeño sea ya un adolescente, como tú lo eras, como lo éramos nosotros. Cuando salga de noche y le esperes despierto a la vuelta, intentando buscar en él las cosas que a ti te pasaban. Y espero que, pase lo que pase, sepas hacerlo bien. 

No pudo ser lo nuestro. Y me alegro, ¿sabes? Desde aquí miro hacia atrás y lo veo meridianamente claro. Que nuestras vidas habrían sido terribles si tú hubieses cedido a mis torpes intentos de seducirte. En el peor de los casos, me habrías llevado a tu terreno. Mi fortaleza no es infinita, y creo que el enamoramiento la habría dejado maltrecha. En el mejor, no habría podido ayudarte a salir. Así que fue para bien. ¿Que a lo mejor todo mal es para bien? No sé, es un pensamiento demasiado optimista para que yo me lo crea. Yo también he cambiado.

En fin, me despido. Me ha alegrado saber de ti. Espero sepas disculpar que, después de hoy, todo siga como siempre. Haciendo honor a los hechos, tú y yo no nos conocimos demasiado. Hubo destellos, lo sé. Cada uno veíamos en el otro algo que envidiábamos y conectamos en algún momento. Por eso supongo que tengo que darte las gracias. Porque quisiste protegerme. Porque no querías que fuese como tú. Porque por eso nos alejamos. Gracias por quitarme aquella pastilla de las manos en uno de los momentos más cruciales de mi vida. Perdona por no haber hecho lo mismo por ti. Ya, ya sé que no me habrías dejado. Esa tarea no me tocaba a mí, ¿verdad?



Comentarios

  1. Yo creo que en este caso "no hay mal que por bien no venga"...o lo que es lo mismo, el dicho abuelil de ...ese chico no te convenía. Me alegra saber que ahora mismo esté luchando por salir de ahí y sobre todo que lo consiga. Hija, la vuelta al pueblo es como un viaje a los recuerdos...
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, un viaje a los recuerdos, no siempre agradables. Pero bueno.

      Eliminar
    2. mi abuela hubiera dicho: niña, ese no es buen aguaje

      Las abuelas

      Eliminar
  2. Pues aunque no sean recuerdos agradables, sino nostálgicos y algo más, yo sí les veo muchas cosas buenas...

    Bueans tuyas y buenas suyas... A mí me parece que ha sido un reencuentro hermoso que te ha traído recuerdos bonitos y, sobre todo que te ha vuelto a mostrar quién eres...

    Bettie, cada uno, como tú dices, tiene su lucha.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No por esto en concreto. Esto no es alegre, tmapoco triste. Me deja un poco de "mal cuerpo", pero nada más. Pero sí, cada uno lleva su lucha, así que lo que hay que hacer es tirar para delante. :) besuco.

      Eliminar
  3. Al leer esto me vino el recuerdo de un chico que me gustaba con 17 años, que tomaba varias cosas. En mi caso no seguí quedando con él porque besaba fatal xDDDDDDDDDDD igualmente sabía que no me convenía ese chico por ese tema.
    No supe más de él, así que no sé como le habrá ido la vida. Me alegro que esté chico esté luchando por ello ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo era más jovenzuela aún. Yo tenía 14 años. Ains, qué tiempos. Y qué suerte que supimos tomar la decisión correcta.

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López