Yo y los Reyes Magos

Aunque por aquí se me considera una yogurina, hubo un tiempo en el que fui aún más pequeña e inocente. Tanto, que creí en los Reyes Magos.Pero como en muchas cosas, en lo de dejar de creer en los Reyes creo que fui un poco precoz.  

Yo debía de tener unos 6 años, faltándome algo más de un mes para los 7 cuando mis padres me montaron con ellos en el coche, camino de Albacete, y me dieron la charla. Por aquel entonces estaban de moda los ordenadores educativos, y yo, que todo lo educativo me encantaba, pedía uno. Mis padres, pobres ellos, que no sabían cuál comprar ni por dónde meterle mano a aquello, me llevaron con ellos para que eligiese el que me gustase. De no ser por aquello probablemente me habrían dejado creer en los Reyes Magos más tiempo. Pero las cosas salieron así. 

Al final ese día me vine de Albacete un poco menos inocente que me había ido, y con un "Quique, mi ordenador" bajo el brazo. Era un ordenador que funcionaba con tarjetas, una cosa bastante primitiva. Pero para mí era lo más. Por lo menos hasta que me aprendí de memoria las 50 tarjetas que traía. Al año siguiente me trajeron otro ordenador educativo, que también tardé poco en pulirme, el Genio3000 de Vtech.

Quique, mi ordenador, de CEFA.
Genio 3000, de Vtech. Traía hasta para programar en BASIC.
Total, que cambié mi inocencia por un juguete. ¡Hay que ver!

Pero esto no fue así del todo, no creáis. Pasé todo el mes de diciembre rumiando pensamientos. ¿Cómo iba a ser posible que los Reyes no existiesen? Me negaba a creerlo. Tenía dos pruebas irrefutables. La primera, es que los había visto una vez, subiendo la escalera de mi casa. Ahora, con los años, supongo que fue un sueño muy realista, pero en aquella época eso no entraba dentro de las posibilidades. La segunda, que el año que pedí la Rosaura, de Jesmar, la muñeca que andaba, mi madre me dijo que no iba a poder ser. Que los Reyes no tenían tanto dinero, que tenían que comprar regalos a todos los nenes. Y yo repliqué que solo pedía esa muñeca, ¡jolín! Pero mi madre insistía. Hasta que le dije: "¡Pero son Magos! ¡No necesitan dinero!", y no supo qué responder.  Esos Reyes fueron los más felices de mi vida, y todavía me emociono al recordarlo. Ese año los juguetes no estaban bajo el árbol. Corrimos como locos por toda la casa. Los encontramos en el piso de arriba, y cuando los desenvolvimos y encontré mi Rosaura...Va a sonar raro, pero creo que nunca he vuelto a sentir una alegría así de intensa e inocente. 


La mía era la misma que la del anuncio, rubia, con un body rosa y una falda. Igualita. Imaginaos las risas que se echaron mis padres, con una enana como yo, gritando por ahí, con la muñeca de la mano, ¡que era más grande que yo! Es una de esas imágenes que espero que no se me borre nunca de la memoria. 

En resumen, si mis padres decían que no podía ser, pero al final tuve la muñeca, ¡los Reyes Magos tenían que existir! Así que pasé las Navidades esperando el milagro.

En mi casa (en mi pueblo, más bien) los Reyes son un poco diferentes. Los regalos los recibimos el mismo día 5 de Enero, tras la cabalgata. Mi padre nos llevaba a ver a los Reyes. Íbamos a casa de mi abuela Mercedes, por cuya calle pasaba la cabalgata. Mi abuela abría las portadas de su casa, grandes, enormes, al paso de los Reyes, y cuando la cabalgata acababa, recogíamos los caramelos que habían caído dentro. Así, sin apretones ni empujones. Éramos unos privilegiados. Mi madre llegaba más tarde, siempre se rezagaba con alguna excusa. Ella era la Reina Maga encargada de dejar los regalos para que, al volver a casa, los encontrásemos. Y así, después de la cabalgata, se destaba la locura. Bien pensado, a lo mejor lo hacían por ahorrarse una cena, porque una vez abiertos los regalos no había quien se sentase en la mesa para probar bocado.

Ese año me fui a la cabalgata, como todos, pero volvía a casa nerviosa, esperando, como decía, el milagro. Sin embargo, bajo el árbol, solo encontré el ordenador que habíamos comprado hacía unas semanas. Debía de guardar silencio, claro. Mi hermano, dos años menor que yo, no debía enterarse de nada. Pero me acosté esperando oir algún ruido, alguna cosa que me permitiese volver a creer. Yo pensaba que, a lo mejor, los Reyes Magos solo llevan regalos a los niños sin padres, o cuyos padres no pueden comprarles regalos.  Me inventé lo que hizo falta para seguir creyendo durante unos años más.

En cierto modo, todavía creo. Todavía espero que, una noche como esta, entren los Reyes Magos en mi casa. Para poder darles las gracias por la muñeca Rosaura. Para ciertas cosas tengo muy buena memoria...


Comentarios

  1. Dios odiaba a la Rosaura!!! era una muñeca insoportable!! jajaja
    Yo fui inocente hasta los 11 años por lo menos, y nadie me dio ninguna charla, tuve que reunir pruebas y darme cuenta yo solita, ains que triste.

    Pero luego seguí haciendo como tú, me hacía la tonta pero seguía con la esperanza de que me trajesen algo más de lo que ya sabía que me traerían... como si esperara un milagro en que los Reyes aparecieran por mi terraza (de un décimo piso que vivía entonces) y ellos mismos les dijeran a mis padres: seréis malos padres, pero si nosotros existimos! jajaja

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    1. Jo, pues a mí me encantaba! xDDD

      Será que en el fondo somos unas niñas incurables :P

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  2. Yo tb tuve la Rosaura, y precisamente el año que me la trajeron fue cuando me di cuenta del pastel xD

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  3. Yo tuve un momento 'revelación' parecido, pero el mío fue con unas construcciones de Lego, que se me metieron en la cabeza y en mi pueblo no había, o mis padres no se aclaraban. El caso es que me llevaron a la juguetería para que se lo explicara yo al señor juguetero. Creo que no he estado más mosqueada en toda mi vida, mirando al pobre hombre con cara de 'aquí hay algo que no cuadra, mire, deje de preguntarme por las dichosas construcciones, que a USTED SE LO TENGO QUE CONTAR...' y mis padres insistiendo por detrás. Luego quise creer un tiempo más, pero ya nada fue lo mismo. Ya sabía que ALGO había.

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    1. A mí directamente me lo dijeron, pero vaya... que en un caso así, se adivina, no somos tontos XD

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  4. Yo tuve un momento 'revelación' parecido, pero el mío fue con unas construcciones de Lego, que se me metieron en la cabeza y en mi pueblo no había, o mis padres no se aclaraban. El caso es que me llevaron a la juguetería para que se lo explicara yo al señor juguetero. Creo que no he estado más mosqueada en toda mi vida, mirando al pobre hombre con cara de 'aquí hay algo que no cuadra, mire, deje de preguntarme por las dichosas construcciones, que a USTED SE LO TENGO QUE CONTAR...' y mis padres insistiendo por detrás. Luego quise creer un tiempo más, pero ya nada fue lo mismo. Ya sabía que ALGO había.

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  5. Me resulta súper tierno esas ganas de querer seguir creyendo, en mi clase, ante la confusión de Reyes, Papá Noel y ratoncito Pérez nos sentamos todos y decidimos por unanimidad que lor reyes magos existían, Papá Noel no, y el ratocito Pérez tal vez, a la espera de más pruebas XDD. Angelitos...

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    1. Ala, matásteis a Papá Noel así por que sí xDDD Pues sí, cándida inocencia... jajaja

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  6. Para mí la noche de Reyes es la noche mejor del mundo mundial si eres niño ( creas o no), si crees es maravilloso y si no, ese momento de despertar y ver los regalos tan bien preparados es especial.
    Aún preparamos los regalos en casa, aunque nos vemos mientras los ponemos, pero nos gusta sentir esa emoción.

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    1. La verdad es que mola :P Y el tener que esperar a la hora pactada para abrirlos y eso... jaja

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