Podría ser tu abuela. Podría ser tu hijo.

El contenido de este post es triste, muy triste.
Piensa bien en si te conviene leerlo ahora o te va a dejar hech@ polvo.


Anoche el programa El Intermedio, de La Sexta, emitió un reportaje de Gonzo a Doña Paquita, una anciana de 70 y tantos años. Aquí podéis ver la entrevista. Se la ha calificado de demagógica, populista, de manipulación, de querer nublar la razón de la gente yendo al centro de sus sentimientos. No lo sé, no sé cuáles eran las intenciones, pero el caso es que aquí, en casa, nos golpeó de lleno. Nos dejó al borde de las lágrimas, y más allá. 

Por si no queréis ver el vídeo, os resumo. Doña Paquita es una señora mayor, con dificultades para caminar y varias patologías. Tiene que ir con cierta asiduidad al médico, pero al no poder andar, tiene que desplazarse en taxi, a 5 euros el trayecto. Además, tiene que pagar sus medicamentos, cosa que hace unos meses no tenía que hacer. Sobrevive con una pensión de trescientos y pico euros y confesó que, cuando tenía dinero para comer comía, y cuando no, pues no.

La cuestión es que Paquita trabajó durante años en empresas de servicios de limpieza, pero, como a muchas mujeres, la tenían sin asegurar la mayor parte del tiempo, y por tanto, apenas cotizó a la Seguridad Social. Por eso su paga es tan pequeña. Por ahí ha sido por donde se ha atacado a Paquita: si hubiese cotizado, otro gallo le cantaría. Pero de nuevo, criminalizamos a la víctima. Las mujeres han sido -y son- sistemáticamente extorsionadas en este tipo de trabajos para trabajar sin seguro, y si no gustaba, a la calle, ya habría alguien que cediese. Y, cuando lo necesitas para pagar la casa y dar de comer a tus hijos, lo haces. Que sí, que está muy mal, que si todos nos opusiésemos a esas prácticas no ocurrirían. También valdría que los responsables estatales de este tipo de asuntos se tomasen en serio su trabajo. Pero tenemos que bajar las críticas a la sociedad, y darnos cuenta de que a veces esas mujeres, que no estaban en regla en sus trabajos, eran las que separaban a su familia del hambre, o las que se dejaban la vida para dar a sus hijos un futuro. No está bien no cotizar, pero estas empleadas -al menos muchas de ellas- no renuncian a estar dadas de alta por voluntad propia, sino coaccionadas. Hay que verse en una situación así para comprenderlo.

La cuestión es que hay una anciana que pasa hambre y que siente que es un estorbo. Una sociedad que abandona a sus ancianos está condenada a perder mucho de sí y a cometer muchos errores.

Pero no acabó ahí la cosa anoche. Vi en Facebook una publicación de un particular. En ella aparecía esta postal navideña de un niño (o niña) de 4º de primaria. No es que diga nada malo, pero no puedo evitar tener la sensación de que algo va muy mal cuando un niño tan pequeño piensa ya como un adulto. ¿Qué desesperación no tendrán esos padres, que ha calado al niño? Yo he sabido de épocas muy malas en mi casa, pero mi hermano y yo nunca nos vimos envueltos en ellas. Pero claro, supongo que las situaciones no fueron tan malas. De hecho, como me decía mi padre la última vez que estuve en el pueblo, a él nunca le faltó trabajo -aunque fuese poco-, hasta ahora. 


Qué feas están las cosas.Y qué poca esperanza nos queda.




Comentarios

  1. Es q desde luego la q está cayendo no es ninguna broma... es la cruda realidad. No sé cuando saldremos de esto. Todos conocemos a gente cercana que está en la miseria y nosotros no estamos mucho mejor...

    Besos guapa

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    Respuestas
    1. La verdad es que sí. Pero bueno, que estas cosas nos den fuerzas para salir adelante... sea como sea...

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  2. Sí, están muy feas... mejor no me pongo a contarte las mías a 22 de diciembre, pero algún día, me temo que habré de contarlas... en fín Bettie un beso y feliz Navidad hasta donde se pueda... el mejor regalo somos nosotros mismos...!!!

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