Las comparaciones son odiosas. También en educación.

Hay un dicho que reza como el título de este post: las comparaciones son odiosas. Y en efecto lo son la mayor parte del tiempo. Pero a veces son útiles como criterio, aunque no nos gusten, sobre todo cuando salimos mal parados. 

Tal es el caso de las comparativas en educación. A todos nos suena el famoso informe PISA que mide el nivel educativo de un determinado grupo de jóvenes de distintos países y en ciertas disciplinas: lengua y lectura, matemáticas y ciencias, si no recuerdo mal. Y nos suena porque se enarbola para señalar lo mal que vamos, pero además, últimamente, se enarbola para convencernos de que la inversión en educación no es rentable, que el dinero que el Estado destina a educar a los españoles no se utiliza eficientemente, y, por lo tanto (atención a la conclusión, que es curiosa), es necesario destinar menos dinero a la educación. ¿Qué pasa, que si con más recursos los resultados son malos, con menos recursos serán mejores? No veo yo la relación. La conclusión lógica es bien distinta, y desde luego, no la dicen en voz alta, aunque yo creo que si lo dijesen no pasaría nada. En este país pasan cosas muy raras. 

Conclusión final: el sistema educativo español es la peste, y sus resultados, pésimos. ¿Pésimos? Según con quién lo comparemos, claro. Si nos comparamos con Finlandia, probablemente sí. Vamos, con toda seguridad. Pero los resultados no llegan solos. A lo mejor deberíamos compararnos de manera más global. 

Empecemos por la trayectoria del sistema educativo. ¿Cuántos años lleva implantado el sistema educativo universal y gratuito en España? Mientras en otros países su sistema educativo tiene un recorrido de bastantes décadas, hasta en algunos casos ronda el siglo, en España hasta la década de 1970 no se generalizó la educación.  ¿Qué importancia tiene esto? Pues, en primer lugar, que un sistema con más trayectoria, probablemente haya ido puliendo sus deficiencias y mejorando a lo largo de los años, aparte de calar en la cultura del país. En España eso no ha pasado hasta muy recientemente, y cuidadito, que nuestro sistema educativo, más que pulirse, muda con los cambios de gobierno. Así no hay quien se aclare. Así no hay manera de que nuestro sistema educativo cale en la sociedad. No hay presupuestos estables más allá de su gratuidad en las etapas obligatorias, y eso está por ver que siga siendo así...

La segunda manera en la que influye es en la cantidad de gente con estudios básicos, medios o superiores. En países donde el sistema educativo lleva muchas décadas establecido, los niveles de analfabetismo son mucho menores que en nuestro país. ¿Fueron vuestros abuelos a la escuela? ¿Tenían el graduado escolar? ¿Sabían escribir?  Ninguno de mis cuatro abuelos sabía escribir. Alguno de ellos aprendió a firmar siendo ya bastante mayor. Ninguno de mis padres tiene titulación académica alguna, ni la básica. Mi madre fue algunos años al colegio y aprendió a leer, mi padre ni eso. Intentó sacarse el graduado escolar cuando creció un poco, pero se quejaba de que el maestro cobraba por las clases y no hacía más que hablar de fútbol, y él tenía cosas mejores en las que gastar el dinero. Aprendió a leer un poco, para defenderse, cuando quiso sacarse el carnet de conducir. Le enseñó una hermana.  Supongo que no seré la única hija de padres sin titulación académica en España. ¿Cómo no va a influir eso en los alumnos? Influye en que los padres no pueden ayudar a los hijos en muchos casos, lo que en ocasiones hace que no se impliquen demasiado en los estudios de sus hijos. ¿No tenemos eso en cuenta?

Y luego está, por supuesto, el nivel cultural. Nunca he visto a mis padres leyendo un libro. Nunca hemos ido a un museo (mentira, una vez, pero en una excursión del colegio). En mi casa empezó a haber libros cuando nosotros empezamos la escuela. Compraron un diccionario enciclopédico a uno de esos famosos vendedores, porque les convenció de que nos iba a venir muy bien. No la hemos tocado. Los libros que hay en casa de mis padres entraron después de que yo aprendiese a leer.  Eso no quiere decir que mis padres no nos enseñasen cosas. Todo lo contrario. Pero lo que podían enseñarnos poco tenía que ver con el mundo cultural o académico. A mí eso no me pasó factura, pero sí a mi hermano, que podía desmontar cualquier aparato y volverlo a montar - y hacerlo funcionar- desde bien pequeño, pero que no pudo aguantar en el instituto hasta sacarse el graduado escolar. Mi hermano es uno más en las cifras de fracaso escolar, pero no es tonto, no es incapaz. Simplemente no supo ver la importancia de aquello porque mis padres no habían estudiado y ahí estaban.  Para los niños como nosotros lo que se aprende en la escuela no tiene nada que ver con nuestro día a día. "No sirve para nada". Entonces, depende de que te guste o no. A mí me gustaba. Mi hermano prefería los tractores, las cosechadoras y las herramientas. Y pasó lo que tenía que pasar. 

Por eso, cuando alguien me habla de la igualdad de oportunidades, diciendo que los alumnos no se esfuerzan, o dice que invertir en corregir esas desigualdades es tirar el dinero, miro con odio.  ¿En serio creéis que parte del mismo punto el hijo de un abogado que el hijo de un labrador? ¿En serio creéis que un niño cuya madre puede ayudarle a hacer los deberes, revisar sus ejercicios, o simplemente, no dejarse engañar por el niño parte del mismo punto que un niño cuya madre no solo no sabe lo necesario para ayudarle sino que además, no está en casa para hacerlo porque tiene que trabajar?  ¿En serio creéis que el niño que vive rodeado de personas con estudios y cultura percibe la educación de la misma manera que el niño que vive rodeado de gente que se ha tenido que buscar la vida como ha podido? Uno percibe la escuela como un camino para algo, el otro como algo inútil. A no ser, claro, que se crea aquello de "Estudia, para que llegues donde yo no pude", que me decía mi padre. Ains, dulce inocencia.

Algunos hemos conseguido llegar a la meta, salvando las dificultades, pero otros muchos se han quedado por el camino. Es comprensible. Tenían mucho más camino que recorrer. 

Y sin embargo, nuestro sistema educativo ha conseguido que aumenten enormemente el número de titulados universitarios, de personas con estudios de FP, ha conseguido incluir a un gran número de inmigrantes en la sociedad, ha sido el rompeolas donde han chocado las desigualdades para que mojasen lo menos posible a los estudiantes. Quizá los resultados no son los mejores del mundo, pero es que nuestro sistema educativo y sus profesionales tampoco lo han tenido del todo fácil. 


Podéis echarle un vistazo a la siguiente presentación que habla sobre el informe PISA teniendo en cuenta algo más que los puros resultados.



Comentarios

  1. Magnifico analisis Bettie.
    Perrimo(vil)

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    Respuestas
    1. Gracias.

      Casi me caigo con eso de Perrimo vil. ¿Eres una Perrimo Vil? ¿Malvada? Vale, ya está. No se si tiene gracia XD

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  2. me ha encantado la entrada, que claro lo dejas ;)

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