Reflexiones sobre el Máster en Profesor/a de Ed. Secundaria: Nos pisan la guitarra.

Hoy es el penúltimo día de clase del máster. Creo que aunque técnicamente no he acabado con él (sí, léase en modo lucha), porque aún me queda presentar el temido Trabajo de Fin de Máster (¿?), ya puedo hacerme una idea de lo que ha supuesto este máster, de las expectativas que se cumplieron (buenas, o malas), y de las que se superaron, (para bien o para mal).  De hecho, esta tarde un par de profesores quieren hacer una evaluación de la asignatura (son primerizos en el máster), ya que las encuestas de evaluación del profesorado, en general, no sólo en nuestro grupo y asignatura, están siendo un poco desastrosas. Y yo digo: no me extraña. 

Así que espero que este post me sirva para organizar un poco todos los improperios que querría decir, y para ganar un poco de perspectiva de cara a esta tarde.  Empezaremos por el principio.

¿Qué esperaba yo del máster? Pues la verdad, no mucho. Hace ya tres años que mi pareja hizo el antiguo CAP, y menos mal, porque ese fue el último año que se ofertó. Él lo hizo de manera no presencial, pero aún así  fue un coñazo. Lo que yo esperaba del máster es que fuese lo mismo que el CAP, pero dilatado para llenar los 60 creditazos que tenemos que cursar. Es decir, la misma tortura, pero multiplicado: un curso entero, 6 horas al día. Al fin y al cabo, un trámite para poder optar a las oposiciones del cuerpo de profesores de secundaria.  Para cortarse las venas. Y no me equivocaba. Pero, en el fondo de mi corazón esperaba sacar algo de provecho, aprender algo útil, hacer algo interesante. Y en cierto modo, tampoco me equivoqué.



¿Qué ha sido el máster? Un despropósito. Antes he dicho que ha habido golpes de cal y de arena, pero, como no sé cuál es la buena, la cal o la arena,  sólo diré que la cosa ha estado descompensada. ¿Por dónde empiezo? Quizá sea bueno dejar lo mejor para el final, y así, acabar con buen sabor de boca, ¿no?.

Un despropósito detrás de otro...

  1. Me ha dado la sensación de que se nos ha tratado como a niños pequeños. Y la verdad, es que la estructura del máster lo favorece: 6 horas al día, asistencia obligatoria, ... Es un cambio importante viniendo de una carrera más flexible, que te da más independencia para abordar tu propio estudio.  Pero, ¿a qué me refiero concretamente con esto? Pues a que, no sé si por inexperiencia de los profesores, por temor, o por desconfianza, normalmente, se ha ido a lo seguro y más básico. A mí se me cayó el alma a los pies cuando estuvimos varias clases de dos horas repasando el  curriculum de las asignaturas propias de Filosofía en ESO y Bachillerato.  Y cuando digo repasando quiero decir LEYÉNDOLO. ¿No habría sido más útil referirnos a la legislación y dejar que lo leyésemos nosotros en casa? Creo que después de habérmelas con Hegel o Heidegger no tendré muchos problemas para leer el DOCV o el BOE.   Esto, por poner algún ejemplo.  Ha habido más. Como por ejemplo, ponernos a hacer actividades de ESO y Bachillerato. Y no una vez, como ejemplo, sino con bastante frecuencia. 
  2. He encontrado cierta falta de profundidad en algunas materias, así como poca originalidad y autenticidad. No sé, teniendo 2 clases de 2 horas  cada semana, durante un curso entero, pueden trabajarse muchas cosas interesantes. No le veo sentido a que vengas con el libro Enseñar Filosofía hoy, que no es ningún libro nuevo, y que te dediques a leerlo en clase. Pero sin entrar mucho en materia: "Podéis utilizar canciones en clase... y habría que hacer un cuestionario..." Y para colmo, después de esto, decirnos que tenemos que elaborar nuestros propios materiales. ¡Tiene guasa la cosa!
  3. Ausencia total de coordinación. ¡Pero total! Los profesores de unas asignaturas no han hablado con los de otras. Resultado: repetición de tareas y acumulación de trabajo repetitivo. Por no hablar de que si había que hacer unidades didácticas, cada profesor te daba unos criterios. Una locura. Con la consiguiente sensación de estar perdiendo el tiempo permanentemente.
  4. Gran carga de trabajo.  A las 6 horas diarias se le suma una carga de trabajo impresionante. Cuando mi tutor me preguntó si había empezado a hacer "algo" del Trabajo de Fin de Máster, me reí. Sí, me reí en su cara. ¿Cuándo?  No soy una persona sospechosa de ser vaga, no es por tirarme flores. Y he ido ahogadilla prácticamente hasta final de curso.  Y menos mal que conseguí aprobar el C1 de Valenciano a principio de curso. Si hubiera tenido que compatibilizar el máster con las clases de valenciano la cosa podría haber sido mortal. Nota: tengo una compañera que lo hace y no llega, es que no llega. 
  5. Falta de correspondencia del Trabajo de Fin de Máster con el curso. ¿Qué sería lo lógico para un Máster de Secundaria? Pues que en vez de fundirnos a programaciones y unidades didácticas durante el curso, redujesen un poco la carga de trabajo y esas tareas se realizasen para el Trabajo de Fin de Máster: una programación didáctica completa y una unidad didáctica desarrollada, que se presentasen delante del tribunal. Primero, porque tendría sentido y coherencia con el curso. Segundo, porque ese es el escenario más parecido a un tribunal de oposición que vamos a poder experimentar antes de opositar. ¿Qué tenemos que hacer? Un trabajo de investigación o innovación educativa. Sin más. Con lo que se han presentado trabajos de lo más variados y extravagantes.  Y desde luego, es difícil relacionar un curso que te has pasado haciendo unidades didácticas y programaciones con lo que nos proponen como Trabajo de Fin de Máster. Nota: hice esta propuesta a un par de profesores, para beneficiar a las generaciones venideras, y les pareció buena idea. Lo van a proponer. 
Bueno, se me pueden ocurrir más cosas, pero tampoco quiero cebarme... Vamos a lo bueno.

  1. Las prácticas. Son algo tremendamente útil. Un contacto bastante fiable con la realidad. Una prueba de fuego. Sé de compañeros que después de las prácticas han decidido que no quieren ser profesores. Y de otros, que tenían dudas, que se han dado cuenta de que les gusta y de que podrían desarrollar esa tarea con solvencia. Por mí, que pusiesen más prácticas, sí señor.
  2. Algún profesor que ha puesto la nota discordante. Ha habido profesores que han puesto sobre el tapete problemas que podemos encontrar, pero también han dado directrices para solucionarlos, o intentarlo. Que han tratado la profesión con realismo, pero también con pasión. Gente a la que le gusta su trabajo. Gente que queda fuera del derrotismo que hemos percibido en el máster. Eso ha estado bien.
  3. La posibilidad de tratar con diferentes profesores, y por tanto, con diferentes concepciones de la educación. Ha sido interesante tomar contacto con diferentes modelos de educar, de evaluar, de concebir la educación. Ha sido, sobre todo, enriquecedor. Aunque no todo vaya contigo, aunque no todo te parezca bien, no deja de haber aportaciones que quizá no había pensado que podían llevarse a cabo y que son interesantes. Eso también ha sido bueno. 

Pero hay una reflexión final, que puede resumirse con la expresión que he usado en el título: nos chafan la guitarra. Esa es la percepción general. Nos cortan las alas, nos talan las ilusiones, nos quitan las ganas. La elección del profesorado no ha sido muy acertada... Es más, creo que no ha habido elección como tal en la mayoría de los casos. Simplemente han cogido a la gente que tenía menos horas o similar y allá que los han mandado. Al menos, han tenido en cuenta que sean, o hayan sido, profesores en secundaria, en el caso de los profesores de las materias propias de la especialidad.  Pero, salvo contadas excepciones, se nos ha dicho que no hay que esperar nada, por decirlo suavemente. Si yo, que estudié la carrera ya con miras a dedicarme a la enseñanza, que ser profesora era mi primera elección, me he sentido profundamente desanimada, no me extraña que haya gente que iba "a probar" y que haya desistido. 

No creo, desde luego, que la función del máster sea convencer a los alumnos de lo maravillosa que es la enseñanza secundaria. Pero tampoco de lo contrario. Una cosa es presentar el panorama de manera realista, y otra muy distinta es plantear a los alumnos como muebles, prácticamente, y decir que nosotros no debemos esperar nada ,que somos carceleros, instrumentos opresivos y no sé qué más.  Me indigna que los profesores que dan clase en el máster de secundaria se presenten con este tipo de enfoques.  Bastante tenemos ya con ver cómo desmantelan la educación pública, como no se cubren vacantes suficientes, como se aumentan las ratios, como para que encima nos digan que, si después de todo el esfuerzo, conseguimos trabajar como profesores, seremos carceleros, estaremos frustrados y no podremos hacer nada con valor. 

Por suerte las prácticas me han servido para tomármelo con perspectiva y darme cuenta de que cada uno cuenta la fiesta como le va. Si una persona acabó por inercia en la Secundaria, y la abandonó en cuanto tuvo ocasión para irse a la Universidad, porque no quería estar allí, ¿qué te va a contar? Por suerte, y a pesar de las críticas, sigo teniendo ganas. Muchas ganas. Aunque a veces el panorama me desanime. 

Quiero ser profesora de filosofía. 




Comentarios

  1. No te desanimes, cariño mio, el camino es "largo y escarpado", pero llegaras al final, ya lo veras.

    Vas a ser, YA ERES! una profe genial.


    TQM

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  2. Bueno, yo ya te comenté en mi post de la oposición que no te desanimes. Jamás dejes de creer ni mucho menos perseguir algo que quieres, deseas y te gusta. No se si has trabajado en la empresa privada, yo sí, y cuando trabajé por primera vez en un trabajo relacionado con mi carrera, en una de las empresas mas importantes en el sector audiovisual, lloré de emoción. Yo ganaba una birria y tenía estudios superiores, quiero decir que me había estado preparando a conciencia para estar donde estaba. Muchos de mis compañeros llevaban allí ya tiempo, entraron por casualidad, la mayoria por tradición familiar, ganaban unos sueldos que ahora no los ves ni de casualidad, 300.000 pts al mes, sin estudios superiores y algunos ni inferiores. Pues bien, muchos de esos compañeros se pasaban el tiempo diciendo lo desgraciados que eran, lo mucho que trabajaban, lo mal que estaban...Y yo llorando de emoción por haber llegado hasta allí y por ganar 100.000 pelas peladas y ellos tirando por tierra todo. No les hice ni caso e intenté durante el tiempo que trabajé allí mejorar todo lo que creí que podría ir mejor. Fui muy crítica cuando tuve que serlo, luché y peleé pero siempre me he sentido muy orgullosa de pertenecer a esa empresa y también de haber mi puesto mi grano de arena por mejorar en vez de limitarme a lamerme mis heridas. Nunca llegué a ganar 300.000 pesetas. En la enseñanza se necesita gente que sienta que ese es su sitio. Por alguna razón, que yo no comprendo, mucha gente se dedica a la enseñanza por tener un trabajo "seguro". Por ser funcionarios vamos. No puedo entender que alguien quiera ser profesor pero a la vez no sienta la motivación de aprender, de innovar, de mejorar, de educar, de trasnmitir conocimientos, valores, actitudes, motivaciones, energía, esfuerzo, cariño...todo mezclado. Y me temo que uno de los grandes males de la enseñanza y de muchas otras cosas son esas personas robaenergías que se creen que todo es imposible. NO LES ESCUCHES, y sigue adelante. Y que lo de que es difícil no vaya contigo. De verdad que no te quiten las ganas. si has tenido la oportunidad de entrar en el aula, de dar clase, entonces solo debes tener en cuenta lo que esos alumnos te han transmitido. El resto, no va contigo. Es una carrera de fondo, y la gana la constancia y la motivación personal. ÁNIMO. (perdón por el rollo)

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    Respuestas
    1. Si tengo en cuenta lo que me transmitieron los alumnos, me pongo el turbo y todo recto, porque fue maravilloso.

      Yo no he trabajado en la empresa privada. Ahora tendré que ponerme a buscar, mientras preparo opos o algo. Pero de lo mío, no creo. La Filosofía es lo que tiene :P

      Y lo que tienen las oposiciones es eso: que no miden el talento como docente, sino que tengas adquiridos una gran cantidad de conocimientos y que puedas presentar de memoria una programación y una unidad (¿perdona?), ni la motivación por enseñar, ni nada por el estilo.

      Yo de verdad, no entiendo que la gente entre a la enseñanza porque es un trabajo fijo... Para eso hazte inspector de hacienda, o cualquier otra cosa. El trabajo en la enseñanza es duro, pero gratificante, siempre y cuando sientas que ese est tu sitio. Creo yo, vaya, que desde mi experiencia de 3 meses de prácticas tampoco puedo decir gran cosa con seguridad.

      Perri, qué paseo te estás pegando por mi blog! jaja

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