Un extraño ladrón.
Se notaba que no tenías práctica. Te deslizabas con torpeza, hecho un manojo de nervios, intentando encontrar y abrir la caja fuerte. Encontrarla fue sencillo, abrirla, no tanto.
Pero quien la sigue, la consigue, y tú conseguiste colarte dentro. ¡Y menudo desastre! Aquello estaba casi abandonado y lleno de polvo. Las riquezas prácticamente habían desaparecido: inocencia, esperanza, confianza... Y en su lugar, había un montón de trastos inservibles, despojos y malos recuerdos.
¡Qué ladrón tan extraño fuiste! Pasaste meses acudiendo puntualmente, intentando arreglar el estropicio. Al contrario que los demás, cada día dejabas allí algo valioso y te llevabas alguna de las causas de mi amargura.
Poco a poco conseguiste devolver el esplendor a lo que poco antes no eran más que ruinas.
¿Cómo pude confundirte con un ladrón siendo un artista?
Y cuando mi alma flaquea, veo en sus ojos el fulgor que él cada día aprecia en ella... Como un fénix resurge entonces, recuperada, como rescata el artista una joya de una opaca roca...
ResponderEliminarQué bonito, Papish *_*
EliminarYo también soy afortunada... Hoy he sido roca, fuego y cenizas... Pero poco a poco, con esmero y dedicación, él va tallando lo que seré mañana...
Eliminarmmmmm qué bonito!!!!
ResponderEliminarBravo! tú eres otra artista, una artista de las palabras :)
Jaja, no que va. Ha salido un poco forzado y todo. Pero gracias :)
EliminarEstoy leyendo post antiguos tuyos y este relato me ha parecido tremendamente bonito :)
ResponderEliminar¡Uala! Se me había olvidado haber escrito esto :O Y sí, me parece muy bonito. Gracias por recordármelo, Zombydolls <3
Eliminar