El niño del autobús.

El otro día volvía a casa en el autobús. Me sorprendió que fuese casi vacío. Y fue una suerte, porque probablemente si hubiese ido tan lleno como otras veces me habría perdido al protagonista de este post. 

Detrás de mí oí una voz infantil que preguntaba a su madre:

-Mamá, ¿qué son los Goya?

Me dí la vuelta y descubrí a un niño. Vaya sorpresa, si he dicho que lo que oí fue una voz infantil. Pero no era un niño cualquiera. Era un niño de esos que ilustran las postales y que salen en las series de televisión. Mientras yo me fijaba en el chaval, y no perdía detalle, él le contaba a su madre, que le había respondido que eran unos premios parecidos a los Oscar, pero en España, por qué los premios Oscar se llamaban así, lo cual me hizo sacar una sonrisa.

Me fijé tan bien porque desde que lo vi supe que tenía que tomar nota, porque ese momento me hizo sentir muy alegre. Qué cosa tan tonta, ¿no?

El niño tenía pinta de tener unos 9 años, 10 quizá. Tenía el pelo oscuro y un poco despeinado, unos ojos vivos y brillantes detrás de unas gafas moradas. Llevaba unos vaqueros muy gastados y un polo gris jaspeado. En los pies unos mocasines con los cordones flojos, casi desatados. 

En un determinado momento el chaval suelta un grito de emoción:

- Ala, ¡qué guay!

Miro al televisor del bus  y veo que habían descubierto unos fósiles de dinosaurios en no sé dónde.  El chaval estira a su madre de la chaqueta y la obliga a mirar. La madre sonríe y le revuelve el pelo. Y a mí me dan ganas de coger al chaval y darle un abrazo. Tan curioso, tan simpático. Tan niño. 

Y ese es mi retal colorido de hoy. 




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