Sobre ruedas.


Manolo mira a su hijo, bullendo de anticipación. Sabe que no es gran cosa y no espera que dé saltos de alegría: una Vespino de segundísima mano no da para tanto.Sin embargo a él le hace ilusión. Le ha costado mucho convencer a su mujer, pero finalmente sus argumentos han sido persuasivos. O agotadores. 

-También es un ejercicio de responsabilidad, María. 

-Mira, ¿sabes qué te digo? Que hagas lo que quieras. Tú verás. 

María pensaba, como parecen pensar todas las madres, que los sesos del muchacho acabarían estrellados contra alguna calle al girar cualquier esquina del pueblo y que tendrían que recogerlos con una pala. Así que se guarda un as en la manga. Así, si pasa, podrá decir que la culpa fue de otro, aunque eso suponga oponerse a cualquier cosa que su hijo quiera hacer. 

Diego observa la sábana con expectación. Sabía que tendría su moto, lo sabía, pero no esperaba que fuese tan pronto. Suponía que sus padres esperarían a que el curso acabase, y aunque no habría habido ningún problema, porque aprobar 4º de ESO es pan comido, habría supuesto esperar un par de meses más. Y ya se sabe que cuando crees tener todo el tiempo del mundo, los días pasan despacio y cada uno cuenta. 



Manolo tira de la sábana y la deja caer al suelo. Sonríe de oreja a oreja y espera. Los ojos de Diego se han posado sobre la Vespino negra que hay ante él y que, aunque está limpia, no engaña a nadie: tiene casi tantos años como el chaval.  Durante unos segundos el mundo se para en aquel garaje. Finalmente Diego se lanza hacia su nueva motocicleta y la mira con avidez, revoloteando alrededor de ella.

-¡Gracias papá! ¡Es chulísima!

Manolo también da gracias, pero por su hijo. Es un buen chico: obediente, aplicado y agradecido. Es consciente de que otro chaval le habría dicho que aquello era una mierda, sin miramientos, aun sabiendo que era todo lo que se podían permitir. 

-No me des las gracias todavía. Esta moto ahora es tu responsabilidad. La gasolina, el mantenimiento y los arreglos corren de tu cuenta. Y las multas, pero más te vale que no las haya. 

-Sí, papá. No te preocupes. Además aún me queda bastante dinero del que ahorré para el carnet.

-Los motores queman el dinero rápidamente, hijo. Así que ándate con ojo. 

- Que síiii.

-¡Ah! Y el casco también te lo he comprado. Eso quiere decir que si te veo sin él, te quito la cabeza de un guantazo. ¿Entiendes?

Diego se limita a asentir mientras se pone el casco y se monta en la moto. Respira hondo antes de arrancarla y suelta el aire, aliviado, cuando el rugido del motor se estabiliza. 

-¡Y antes de que sea noche cerrada, la quiero en el garaje! -grita Manolo, intentando hacerse oír. 

Diego levanta un pulgar en señal de aceptación y sale. Sabe que tiene que ir detrás de la iglesia, que la encontrará allí con sus amigas, pero da un rodeo mientras piensa qué le va a decir y cómo. A pesar de los esfuerzos por concentrarse su imaginación se empeña en dibujarla sentada tras él, con los muslos, apenas cubiertos por unos brevísimos pantalones cortos, a los lados de los suyos y las manos en su cintura. 



Un estruendo lo saca de sus ensoñaciones. Una moto de campo y una scooter le cortan el paso. 

-Vaya mierda de moto -es el saludo del Chino, el de la scooter.

-Ya te digo. Menuda tartana -añade el Corto. 

Diego se muerde la lengua. Le apetece contestarles que él no tiene nada que demostrar: no necesita una moto lujosa para que lo respeten ni una muy grande para compensar su estatura. Pero se calla. 

-Me lleva, y con eso vale -dice finalmente.

-Sí -contesta el Chino-, y si te quedas sin gasolina puedes darle a los pedales.

Ambos rompen a reír y se marchan. Son unos imbéciles, pero han conseguido que se le quiten las ganas de ir a buscar a Ana. Ya, ya sé lo que estáis pensando: no hace falta cuna motocicleta para conquistar a una chica, Diego debería atreverse a ser él mismo, hablar con ella, tener detalles, mostrarle que está interesado. Pero eso es fácil de decir desde la distancia y la experiencia. Él necesita una excusa para tenerla cerca, para llevarla a un lugar apartado, para estar a solas, para ver si... surge. Y la moto es su excusa. Pero ahora duda de si será suficiente.

Ana no parece del pueblo, pero lo es, como lo fueron sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos. Es una extraña anomalía. Su piel es blanca y en su rostro está salpicada por pecas. El pelo, lacio y rubio, le cae desordenado a ambos lados de la cara. Es tan claro que sus ojos verdes parecen no tener pestañas. Es alta y sí, algo desgarbada. Fea, dicen algunos, rara, otros. Pero a él le parece y le ha parecido desde siempre la más especial de todas las chicas del pueblo.  Desde luego, demasiado especial para aquel cacharro.

Diego arranca de nuevo, dispuesto a volver a casa, pero esa tarde parece que nada va a salirle bien. Al girar la esquina una chica se abalanza sobre él. Ha faltado poco para que la atropelle, pero se ha caído al suelo. Pone el caballete a la moto y se acerca a ella a toda velocidad. Es Ana.

-¿Estás bien? -pregunta, temeroso.

Ana se mira una rodilla, raspada y llena de gravilla. 

-Creo que sí. Solo tengo que limpiarme esto. No es nada.

-Perdona... No era mi intención...

-No, si la culpa es mía -interrumpe Ana-, por cruzar por donde no debo. Voy pensando en los gamusinos y claro, pasa lo que pasa. 

Ana hace ademán de levantarse y Diego le tiende la mano y tira de ella.  Comienza a caminar, pero cojea levemente. 

-¿Te llevo a tu casa? ¿O prefieres ir al médico? -ofrece Diego.

-Prefiero que mi madre no me vea, la verdad. Esto es una tontería, pero se pondría histérica. ¿El centro médico está abierto? 

-Creo que hasta las ocho, sí. ¿Te llevo?

A Diego le tiemblan las manos, las piernas y el corazón. Pero Ana responde, sin gravedad:

-Te lo agradecería. 

Así que se dirige a la moto, desata un casco horroroso de la parte trasera y se lo ofrece. Sube y espera a que ella monte también. Le pide que apoye los pies y, cuando Ana da el visto bueno, emprenden la marcha. 

Entonces Diego se da cuenta de que es casi como en sus sueños: sus pantalones cortos, sus muslos blancos, sus manos rodeándole la cintura... Sí, en su sueño no llevaba la rodilla llena de rasguños ni había estado a punto de atropellarla, pero eso es lo que tiene la realidad, que no es perfecta. 

Esa tarde, tras casi vaciar el depósito, disculparse varias veces más, tras muchas risas, muchos nervios y tres besos tímidos detrás del cementerio, Diego aprendería que bien está lo que bien acaba.


***

Desde que llegó la primavera el pueblo es un bullir de motores y muchachuelos, con o sin paquete en la parte trasera. Hay cosas que no cambian.

Por cierto, y cambiando de tema totalmente, ¿alguien conoce alojamientos (hotel, hostal, pensión, habitaciones por días, etc.) de las 3B (buenos, bonitos y baratos) en Ciudad Real capital? xD


Comentarios

  1. Me ha encantado! XD Y me he reido mucho con lo de los gamusinos! XD

    Tranqui con lo de la habitación , que seguro que encontramos algo ;)

    Te amo!

    <3

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  2. Me ha encantadooooo...

    Te mando un mail por el otro tema

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    1. Me alegro, Carlota. Y gracias. La gente que se pasa por aquí vale UN POTOSÍ. :*

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  3. Genial la historia ♥♥♥

    Espero que tengas suerte con el alojamiento :) Yo no te puedo ayudar con eso xD

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    1. Ya, pero mira, ya he encontrado más ayuda de la que esperaba XD

      Me alegro de que te haya gustado :)

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  4. ¡En cuarto de la ESO con vespino!... eso es la caña... aunque sea más vieja que matusalén...
    Y este Diego es buen chaval...
    Me ha gustado mucho el relato (normal... soy fan de la escritora...)
    Yo tampoco puedo ayudarte con lo de Ciudad Real, pero seguro que te salen ofertas como si fuese un folleto del Carrefour...
    ¡Feliz domingo!

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    1. Jajajaja, ¡mi fannn! <3

      Igualmente, feliz domingo, Rosa ^^

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  5. A veces, los caminos hacia lo que deseas se te aparecen de la forma más imprevista...
    Lamento no poder ayudarte en lo otro.
    ¡Un abrazo!

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    1. Lo de la ayuda con lo otro, lo suponía.

      Y sí, a veces aparecen caminos, o puertas, donde menos las esperas :D

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  6. ¡¡¡Qué bonito Bettie!!! Me ha encantado :)

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  7. Me ha gustado Bettie :)

    Sólo un "pero", apenas seis palabras que me han chirriado un poco al leerlas: "ya sé lo que estáis pensando". Quizá me ha chocado que te dirijieses al lector en ese momento. Pero ná, una tontería ;)

    Por cierto, me ha gustado mucho mucho la última foto. Me parece espectacular.

    Respecto a lo de Ciudad Real, prueba con airbnb. Lo he utilizado las dos últimas veces que hemos salido y muy bien, tanto en precio como en servicio. Si quieres lo hablamos por mail.

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    1. Esas palabras son totalmente intencionadas, quería dar un codazo al lector. Aunque a lo mejor no es el mejor efecto ahí xD Pero bueno, ¡experimentoooos!

      Pues me costó encontrar fotos chulis. Busqué de vespinos, pero todas eran de webs de venta de segunda mano xDDD

      Gracias por la recomendación ^^

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  8. Fantabuloso (me encanta esta palabra inventada), me ha gustado mucho mucho :)

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  9. Qué estupendo relato... aunque yo sería la madre de la historia, jajaja!
    Besos!

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